7 mar 2009

Con pies de plomo y nervios de acero



Hay personas a las que no les importa pintarte la "vie en rose" y después hacerte pedazos. No hay creerles, quizás sólo bardearlos, vivir el momento y procurar divertirse. Hablar, decir es muy fácil, pero sólo los hechos "hablan", por eso hay que creerles la mitad de lo que dicen. En sintesís: elegir mejor, mirar bien, creer poco, disfrutar y reír mucho de lo que te dicen.
Es verdad que no lo saqué de un boliche ni del chat ni de un foro, ni fue una cita a ciegas ni fui "ciega a la cita". Es verdad que lo conozco desde hace casi 15 años, que siempre me pareció un buen chico aunque algo distante y misterioso, que le conocí una novia que le duró 5 años y con la cual incluso convivió. Pero quién sabe ... cuando una se quemó tantas veces con leche, cuando ve una vaca, o tan solo un yogur o un postrecito Ser no puede sino llorar, y especialmente desconfiar.
Quizás lo que me ayudó en esta historia fue practicar un saludable escepticismo. O tal vez estaba escrito en mi destino que E. era el hombre destinado, "the One" ...
Hoy se cumplen casi 10 meses desde la última vez que escribí en este blog. Muchas, muchas cosas pasaron en el medio, alqunas cuasi-increíbles. "Has recorrido un largo camino, muchacha" ...
Prometo contarlas de a poco, porque como bien lo señala el subtítulo de este blog, es una manera de hacer catarsis y vaya que la necesito.

11 may 2008

Estoy en el horno ... I guess


"Cuidado con lo que deseas porque puede convertirse en realidad". Finalmente se concretó la segunda cita (superé la maldición, ¡aleluya!) y fue maravillosa, casi diría mejor que la primera, porque no estaban los nervios del primer encuentro, fuimos más espontáneos, nos relajamos, nos abrimos mucho más y nos dejamos llevar ...
Por supuesto no fue fácil, nada es fácil en esta vida que me tocó. Después de aquel llamado dominguero que no contestó, siguieron unos mails desde su dirección laboral a la mía lunes y martes (agregamos un nuevo canal de comunicación), un llamado que no pudo ser porque yo llegaba tarde de portugués y él se iba a dormir temprano, su viaje al sur por trabajo el miércoles, y dos sms que encontré el jueves al despertar enviados muy tarde la noche anterior:
Sms 1: "Estoy lejos, pero te extraño!" (extraña contradicción)
Sms 2: "Muero por verte, sos hermosa!" (histeriqueo encubierto?)
Le contesté a la noche, preguntándole sencillamente si faltaba mucho para que volviera. Y cuando vi su respuesta casi inmediata, confieso que por primera vez perdí la calma y escribí casi lo primero que sentí en ese momento: que si seguíamos a este paso no nos íbamos a ver nunca, y que iba terminar por creer que no tenía ganas de verme en realidad. El también reaccionó rápido y en vez de seguir escribiendo, me llamó. Me explicó que no conseguía pasaje hasta el sábado a la tarde, que estaba en lista de espera para el viernes, que por supuesto quería verme, que no me olvidara de él, que si lograba adelantar su regreso me avisaba enseguida, que le propusiera algo lo suficientemente atractivo como para hacer lo imposible para volver antes. Con parte de la serenidad recuperada, decidí seguir ese juego y le dije que no podía garantizarle que no me olvidaría de él, que en realidad ya casi ni me acordaba. Al rato llegó un nuevo mensaje que decía que finalmente le habían confirmado un lugar el viernes a la mañana ... caramba, sí que existen los milagros en la navegación aerocomercial. Como demoré un poco en contestar, me volvió a llamar y me propuso lisa y llanamente que lo invitara a comer el viernes a casa si es que para entonces no lo había borrado de mi memoria como en la peli "Eterno resplandor de una mente sin recuerdos" (yo le había advertido que me iba a someter a un proceso similar). No pude negarme.
No me puse tan nerviosa como la semana anterior, sólo estuve pensando en ese encuentro las 24 horas siguientes, pero de una manera más relajada. Ordené mi casa, encargué el sushi, me ocupé de todos los detalles, quería que fuera una noche perfecta. Y a las 10 y cuarto llegó. No voy a explayarme sobre todos los pormenores de la velada porque me llevaría horas, tantas horas como las que pasamos juntos. Se fue a las 12:30 hs del sábado y todavía siento su presencia en mi casa, es como si no se hubiera ido o mejor dicho como si yo no quisiera que se fuera.
Charlamos mucho, bebimos, le mostré mi casa, mis libros, mis fotos, escuchamos música y seguimos hablando sobre cada uno de nosotros. Nos hicimos preguntas, en una suerte de juego que él propuso donde sólo se podía contestar con la verdad. Algunas respuestas fueron reveladoras, otras tranquilizadoras, y algunas otras muy inquietantes. Pasó lo que tenía que pasar y fue hermoso, hacía mucho que no sentía tantas cosas juntas con un hombre y no es ningún cliché. Fue tan apasionado, dulce, tierno, dormimos toda la noche y toda la mañana abrazados, esta vez disfrutando de una intimidad total y absoluta. Me dijo cosas muy lindas en forma consciente e inconsciente, algunas sin saber muy bien por qué las decía. Yo le contestaba tímidamente y de vez en cuando me perdía en mis silencios, entonces él me preguntaba en qué estaba pensando, que se lo podía decir sin problemas. Cómo explicarle todo lo que se me cruzaba en esos momentos por la mente, un caleidoscopio de sensaciones y sentimientos. Jugamos mucho, me traía agua, me besó todo el tiempo, nos reímos, contó muchas anécdotas, yo conté otras. Se lo veía tan relajado, tan cómodo, era todo tan mágico, y me sentí contagiada, quasi drogada. Pero también hablamos y me dijo muchas cosas muy perturbadoras, que encendieron todas las alarmas y agitaron todos mis temores.
Me contó algo muy íntimo, que tiene que ver con un pasado extremadamente doloroso que lo marca y le duele hasta el día de hoy. Se hizo casi la peor publicidad que uno puede hacer de sí mismo, se autocalificó como un "mamarracho" cuando habló de sus relaciones amorosas, habló de su incapacidad y miedo a comprometerse, aunque algunas veces los venció (de hecho estuvo de novio y convivió); de lo difícil que es soportarlo (que por eso son las mujeres las que en general lo dejan); que él no abandona, sólo desaparece (explíquenme la diferencia); que muchas veces desea que alguien lo espere cuando llega a su casa y otras se alegra de no tener que ver a nadie; que no sabe si algún día se casará pero sí quiere tener hijos; que el día que se comprometa finalmente lo hará convencido porque estará seguro del paso a dar y porque seguramente ya estará cansado de disfrutar de todo lo demás; que cuando ve que las cosas van demasiado bien con una mujer se asusta y desaparece, a veces vuelve a aparecer, otras no sabe; que tiene debilidad por las rubias; que sólo le gustan las mujeres inteligentes; que resulté ser tan hermosa como siempre soñó diez años atrás. No hablamos del futuro inmediato, sí dijimos de sacar entradas para Rent, de ver películas juntos en su casa, de que lo visite en su oficina para que pueda comprobar si le siguen quedando tan bien los trajes grises y azules, de que lo invite alguna noche de la semana a comer unas empanadas a casa, de hacer un viaje juntos. Algunas cosas posibles, algunas no, otras quien sabe. Tardamos en despedirnos, yo no quería que se fuese y él parecía que tampoco quería irse, pero tuve que bajar a abrirle y finalmente se fue. A los 5 minutos me envió un nuevo sms: "Sos una mujer hermosa!", y 15 minutos después me llamó al ver que no le respondía (yo estaba tirada en la cama tratando de sentir todavía su olor). Me dijo que le había encantado la cena, mi casa, mis cosas, y por sobre todas las cosas, yo.
Todavía hoy domingo estoy intentando procesar todo lo que me dijo y nos dijimos, lo que sentí, y aún estoy tratando de luchar contra los recuerdos y vestigios de una noche que dejó huellas. Mi mente es un torbellino, tengo un nudo en la garganta y por sobre todas las cosas, tengo mucho, mucho miedo. Lo peor de todo es que yo sabía que esto iba a pasar y no pude ni quise hacer nada para evitarlo. Estoy en el horno, I guess ...

4 may 2008

La maldición de la segunda cita


En los últimos años no pude escapar a esa maldición ... la de la segunda cita. Porque no importa cuán buena haya sido la primera, siempre se necesita de una segunda para refrendarla, no hay otro modo. De qué vale haber pasado una noche/tarde/día fantásticos si después no tenemos la oportunidad de confirmar esa impresión que tuvimos, o de remediar algún error que cometimos, compensar algún impulso irrefrenable que seguimos, o darle una segunda chance a alguien que no nos convencio del todo pero que puede tener potencial.

No voy a retrotraerme demasiado en el tiempo, porque para muestra bastan algunas citas de los pasados dos años. En los dos primeros casos no llegué a la segunda cita por la sencilla razón de que el candidato en cuestión no me gustó.

Recuerdo que el primer candidato era insoportable, la peor cita de mi vida lejos. Nos habíamos conocido en una fiesta de disfraces en la que él estaba acompañado y yo fui con una pareja amiga supuestamente para que me presentaran a otro chico. Luego nos conectamos vía mail y teléfono a través de mi amiga, y me invitó a salir. ¡Un tormento! Me pasó a pasó a buscar por casa y dimos vueltas casi una hora buscando un lugar donde ir, ya que él dijo no conocer la zona y por ende ningún restaurant o bar o lo que fuera. Finalmente recaímos en un restaurant-winery muy tranquilo que a mí me gusta mucho. No nos pudimos poner de acuerdo sobre qué tomar (ahí ya empezamos mal). Luego comenzamos a charlar, bah charlar es un decir. Comenzó su interminable monólogo a lo largo del cual, entre otras cosas, me habló de sus ex-novias, dijo que Europa no era nada del otro mundo y otras tantas barbaridades que serían un sacrilegio en cualquier manual de primeras citas. De más está decir que aduje un cansancio repentino para terminar con ese calvario y a los cinco minutos volvía aliviada a mi casa. Conclusión: no hubo segunda cita por razones obvias, el candidato resultó un pelmazo.

El segundo candidato parecía buen chico. Amable, muy caballero, divertido, pero no congeniamos. Era el amigo del marido de una amiga, ella le pasó mi teléfono y me invitó a salir. Fuimos a comer a un restaurant en Palermo que yo no conocía, charlamos un montón (esta vez sí fue un diálogo) pero no hubo piel ni atracción ni curiosidad ni nada. Me devolvió a la puerta de mi casa y tácitamente supimos que no volveríamos a vernos. Conclusión: no hubo segunda cita porque no funcionó, una pena.

El caso que voy a comentar ahora sí que fue paradigmático. La salida con F. fue una de las mejores citas que recuerdo haber tenido: simple, espontánea, completa. Nos conocimos en el recital que dio Cerati el año pasado en Figueroa Alcorta y Pampa, intercambiamos teléfonos, luego mails y comenzamos a chatear. Estuvimos dos semanas conociéndonos por MSN, fueron charlas muy amenas, divertidas, tranquilas. Un sábado a la tarde nos encontramos en el chat y me invitó salir. Fuimos al recital de una banda underground de la que el era fanático en Unione e Benevolenza. Luego fuimos a comer pizza por la calle Corrientes, y más tarde a tomar un café a El Gato Negro, un bar que les recomiendo. Seguimos charlando y charlando, y descubrimos que teníamos mucha afinidad especialmente a nivel intelectual. Pasó el tiempo sin querer y sin que lo advirtiéramos, se hizo de madrugada y decidimos venir para el lado de mi casa. Dimos unas vueltas por el barrio, estuvimos sentados un rato en un banco del boulevard y todo marchaba tan bien que lo invité a tomar un café y escuchar música en mi casa. No pasó nada, simplemente unos besos, abrazos, mimos que se prolongaron hasta las 7 de la mañana. Recuerdo que hasta tomó un baño ... qué loco, no? Sin embargo, después reparé que el final de la cita no fue acorde a lo que había sido el desarrollo, la despedida fue un tanto fría. En ese momento no me di cuenta porque estaba alucinada con la noche que acababa de pasar. ¿Qué pasó después? No volvimos a hablar, chateamos cada vez menos hasta no chatear, y tuve que escribirle un mail casual para no quedarme al menos con la intriga. Y ahí saltó el consabido "no sos vos, soy yo". F. se había percatado que yo era una chica para tomar en serio, y él no estaba en un buen momento personal, por lo tanto lo mejor era dejar de hablar, chatear, dejar todo. Conclusión: no hubo segunda cita porque ... ¿por qué no hubo segunda cita?????

Y ahora llegamos a E., con quien transcurridas dos semanas de nuestra primera cita aún no hemos podido concretar la segunda. Me había llamado el martes para invitarme, el jueves chateamos y no hizo más que repetir que tenía muchas ganas de verme y que la íbamos a pasar genial. Más tarde esa noche me envió un sms para reiterar una vez más las ganas que tenía de verme. Pero el viernes recibí otro sms con la devastadora noticia: estaba internado con un cólico renal y por supuesto no iba a poder salir. Me llamó a la noche, dijo que se sentía mejor y que era algo que ya le había pasado varias veces. Ayer sábado le envié un sms para ver si seguía mejorando, me contestó brevemente que estaba mejor, gracias y besos. Hoy vi que anoche muy tarde me escribió por Facebook: "Me siento mejor ... y muero por estar con vos, gracias por tu sms. Sos hermosa ... te extraño. Take care, E.". Semejante contraste entre su conciso sms de la tarde y estas líneas tan efusivas me descolocó un poco, consideré que no debía contestarle, al menos por ahora. No pensaba escribirle y mucho menos llamarlo hoy, pero después de chatear con mi amiga P. me di cuenta que no tenía nada de malo y que me moría de ganas de hacerlo. Así que hace un rato, en una de las pausas mientras escribo en este blog, lo llamé al celular. Y sucedió lo temido, no me contestó, y ahora está sucediendo lo más temido: todavía no me contestó el mensaje que le dejé. Conclusión: la segunda cita sigue sin concretarse a pesar de los amagues, las promesas y los deseos latentes. Surgen demasiados obstáculos: un casamiento, un cólico renal, ¿qué seguirá? ¿Por qué es tan difícil? ¿Qué sucede en realidad? Los maravillosos detalles de nuestra fabulosa primera cita se van diluyendo en el tiempo. ¿Realmente salimos o lo imaginé?

No puedo creer que todo esto me esté sucediendo, me cuesta creer algunas cosas pero no quiero caer en la paranoia. Solamente me pregunto, mientras mis esperanzas de vencer la maldicion se desintegran: ¿qué hice yo para merecer esto?

1 may 2008

Y cómo es él?


Creo que es hora de que les hable de E., de cómo es él. Porque hasta ahora no hice otra cosa que contar todo lo que pasó entre nosotros desde que la vida (o mejor dicho Facebook) hizo que nos volviéramos a cruzar.

E. es atractivo (sin llegar a ser buen mozo), tiene una mirada penetrante e es innegablemente sexy. Tiene una estatura mediana, es delgado, atlético, y su boca y sus manos son hermosas. Es muy inteligente, culto y tiene mucho mundo. Quizás habla demasiado de él, y habla muy rápido también, no sé si producto de cierta disimulada timidez. Sabe que es lindo, sabe que es inteligente y eso hace que sea muy seguro de sí mismo, lo que exuda sensualidad. Es tremendamente prolijo en su apariencia, es elegante y se viste muy bien.

Recuerdo que cuando lo veía en el estudio (la empresa donde nos conocimos hace 10 años) no podía evitar suspirar. Lo veo todavía con sus trajes azules o grises impecables, sus inmaculadas camisas blancas y sus bellas corbatas, siempre bien peinado y oliendo exquisito, siempre seductor aunque distante. No hablábamos mucho en esa época, nos encontrábamos en algún pasillo o en el ascensor o en la puerta del edificio, y me saludaba con un simple "hola, cómo estás". Nunca iba a los eventos sociales, es decir fiestas, despedidas, cumpleaños, happy hours, o al menos no recuerdo que hayamos coincidido en ninguno. Si no fuera por él, tampoco recordaría ese pico que nos dimos en la fiesta de fin de año en el Sheraton. Creo que sí alguna vez nos cruzamos en Pinamar.

Siempre lo recuerdo de novio: con una chica del estudio, una rubia insulsa y esquelética que ni siquiera era linda (sin ánimo de ofender, juro que es la verdad) y mucho menos simpática. Con ella salió varios años e incluso convivieron. Yo hubiera jurado que se había casado con ella pero él me contó que se está por casar con otro y que mantienen una muy buena relación. Después se ve que salió con otras, de acuerdo a lo que me contó: hubo una María, una Gabriela, una Betina, etc etc.

No habla mucho de su familia, parece que estuviera muy solo en ese sentido. Su mamá murió cuando él tenía 22 años, tiene un hermano mayor al que no ve, y hasta donde sé un sólo sobrino, el adolescente que les comenté el martes. Tiene también dos ahijadas. Dice que le encantan los chicos, hasta me dijo que uno de los cuartos de su departamento está destinado para el hijo o hijos que piensa tener. Tiene varios amigos, según parece, a los cuales conozco en su mayoría porque eran del estudio, con quienes se encuentra prácticamente todas las semanas y con un par mucho más seguido.

Quedé gratamente sorprendida por su formación intelectual y miren que no es fácil impresionarme. Es contador y licenciado en administración de empresas, pero desde hace unos años está estudiando sociología. ¿Qué tal? Se nota que es un ávido lector, hablamos mucho de libros y pude curiosear también su interesante biblioteca. Le gusta mucho la música y el cine. Le gustan los idiomas; habla un perfecto inglés y también está estudiando francés. Le encanta viajar, tiene una pasión que raya en lo inexplicable por Irlanda ("tenés que ir", me dijo varias veces) y una gran fascinación por La Gran Manzana. Tiene un agudo sentido del humor, sabe reírse de sí mismo aunque hasta ahí nomás.

Su casa es grande, luminosa y ordenada, casi un reflejo perfecto de su personalidad. Cuando me preguntó si me gustaba, le respondí que sí porque está llena de libros, CDs y fotografías. Tiene varias fotos de él en sus viajes, con amigos, y una de su madre cuando era chica que me conmovió particularmente. Todo está muy ordenado, tiene varios espejos y muchas ventanas.

Ahora bien, detrás de esa personalidad arrolladora, también existe un egocéntrico, un soberbio y un tímido solapado. Incluso tras esa seguridad en sí mismo, creo que hay un dejo de inseguridad que se trasluce en su necesidad de quedar siempre bien, causar una perfecta impresión en cada acción que ejecuta, ya sea trabajando, haciendo algún deporte o tratando de conquistar a una mujer. Hasta puedo imaginar una mente bastante calculadora, como si midiera cada paso que da, como si no se detuviera hasta conseguir sus propósitos, como que nada es casual en él.

Eso es todo lo que pude ver hasta el momento, aunque sé que todavía puede haber mucho más. ¿Quién sos, E.? ¿Lograré conocerte en realidad o sólo me permitirás llegar hasta dondé vos quieras? ¿Y después qué? Debo admitir que hasta ahora todo lo que vi me gustó, incluso sus más oscuros defectos. Sé que sos un enigma ... y mal que me pese, siempre adoré las personalidades complejas y los misterios ...

30 abr 2008

No sabe, no contesta

Estoy desconcertada, cada vez más. Y si insistiera un poco más, hasta podría llegar a desconfiar también pero no quiero. Tampoco quiero jugar a la detective y tratar de averiguar, porque quizás no quiero enterarme, al menos no todavía.
El sábado finalmente dio señales de vida, aunque no de la manera que yo esperaba. Simplemente chateamos y la charla fue más o menos la siguiente:
E: ¿Cómo estás?
D: Muy bien y vos?¿Qué tal el viaje?
E: Bien, agotador ... y encima ahora tengo un casamiento ...
(Tsunami de chanes, al mejor estilo "Duro de Domar")
D: ¿Esta noche? (Tragando saliva, intentando entender)
E: Si.
(Silencio de mi parte)
E: La pasé muy bien con vos la otra noche.
D: Yo también.
E: ¿Tendriamos que vernos uno de estos días?
D: Podría ser ...
E: Podría.
D: Sí.
E: Avisame entonces, sabés que te puedo conseguir un buen vodka.
(Otra vez sopa, o mejor dicho "otra vez vodka")
D: No. Mejor llamame vos. Ya sé que tenés un buen vodka.
(Parecía en chiste pero en realidad era en serio).
E: Ok te llamo. Tengo MUCHAS ganas de verte. Odio los casamientos pero bueno, no me queda otra ...
D: No vayas jejeje
D: (chiste)
E: No seas mala, no me tientes ...
D: Entonces no me digas que tenés ganas de verme cuando no podés.
(O sea en criollo, no me histeriquees)
E: Está bien. Pero ...
D: Pero?
E: Tengo muchas muchas ganas de verte. Hablamos entonces en la semana.
D: Ok. Yo quizás tengo un cumple, de un amigo que volvió hoy de Mexico y no sabía todavía si iba a hacer algo.
E: Te mando un montón de besos en esos ojos hermosos.
D: Que lo pases lindo en el casamiento. Besos para vos también.
E: Más besos, byee
D: Bye
Y eso fue todo. Sobra decir que inmediatamente después hubiera querido tirar la notebook contra la pared (como si la pobre tuviera la culpa). Jamás me había pasado algo así, los hombres no dejan de sorprenderme ni un segundo. Cuando pienso que conozco todas las excusas, tretas, mentiras piadosas, etc etc, siempre aparece algo nuevo. ¿Cómo tomar esto un sábado a las 6 de la tarde cuando esperabas tener una maravillosa segunda cita? ¿Cómo digerir esta realidad cuando estuviste prácticamente toda la tarde fantaseando con lo que sería tu noche de sábado? ¿Qué hacer con todas esos detalles que estuviste planeando para "el momento que te imaginabas"? N-N-N ... Nada, No es preciso que Nadie me conteste.
De todas formas no rompí nada, mastiqué mi frustración, me tragué mi angustia e intenté pasar la noche sabatina como pude. Mi amigo C me dejó un mensaje para ir a comer pero no tenía ánimos. Mi mal humor iba a ser demasiado notorio, soy muy transparente a veces.
El domingo me levanté tarde, con dolor de cabeza y un cierto malestar estomacal. El día se anunciaba agradable pero poco a poco se fue tornando gris y bucólico. Dormí de a ratos la siesta, miré televisión, navegué por internet, leí el diario. No tenía fuerzas para escribir en el blog, todavía me duraba la bronca y tenía miedo de escribir muchas barbaridades juntas. A la noche tuve el cumpleaños de C, quien había decidido hacer un asado para todos sus amigos en la casa de V. Antes de que me pasaran a buscar, sufrí un momento de debilidad y le envié un sms para preguntarle cómo estaba y qué tal había estado el casamiento. Demoró en contestarme, me dijo que había salido justo a correr, que los casamientos lo aburren pero bue, y me preguntó como estaba. Le respondí que bien, que finalmente tenía el cumple esa noche y le mandé besos y buenas noches. Su respuesta final fue muy concisa: ¡Besos!
Este breve intercambio de mensajes de texto obviamente no cumplió mis expectativas, me sentí peor y los viejos fantasmas volvieron a atormentarme. Por suerte el cumpleaños estuvo muy divertido, nos matamos de risa y terminé acostándome bastante tarde. Ni siquiera la presencia de mi anterior amigovio me perturbó, no sé si tanto por lo agradable de la velada como por la furia interior que sentía por E. Voy a terminar creyendo que es verdad eso de que un clavo saca a otro clavo, lo malo es que el segundo clavo puede ser aún peor.
El lunes transcurrió sin pena ni gloria: hice un poco de catarsis con una de mis amigas pero no ayudó mucho. El martes me trajo un fuerte malestar estomacal que me obligó a permanecer en casa, aunque traté de trabajar de todas formas y mantener la mente ocupada para no darme más manija. Igualmente me sentí más tranquila, o quizás simplemente camino a la resignación, quizás las horas de sueño, especialmente a la siesta, hicieron que me relajara.
A eso de las 8 recibí un sms de E: "¿Cómo está tu agenda el viernes?". A pesar de que la pregunta no sonaba muy romántica que digamos, contesté después de dejar pasar los minutos de rigor que estaba libre. Pasó más de una hora sin que tuviera respuesta, durante la cual traté de no perder la calma. Y ahí fue que llamó a mi celular, entonces le dí el teléfono de casa y continuamos la charla por el fijo. Lo bueno es que finalmente entendió que era él quien debía llamar. Charlamos unos 15 minutos de temas varios, y me invitó formalmente a salir el viernes, pero me anticipó que tenía una limitación: su sobrino adolescente se quedaría el viernes a la noche a dormir en su casa, seguramente llegaría tarde de su salida pero era un trastorno porque se quedaría hasta el sábado. Dijo que incluso había pensado en invitarme a comer a su casa (aunque no sabe cocinar) para que nos quedáramos ahí. Sorprendida me pregunté a mí misma adónde quería llegar y me pregunté también por qué no salíamos el sábado entonces, pero no me animé a preguntárselo a él. Fue ahí entonces que sugirió que quizás podíamos solucionar el problema si yo lo invitaba. Y ahí, mientras luchaba por salir de mi estupefacción, le respondí que yo tenía un problema similar al suyo, aunque el mío es totalmente verídico (el suyo, mmmm): le expliqué que mañana llega mi madre porque se muda a un departamento la semana próxima y se queda en casa unos días hasta que firme el contrato. Le dije que con gusto lo invitaba la semana próxima una vez que mi mamá se marchara. No sé si me creyó, problema de él porque en realidad si hay alguien que con certeza no está inventando soy yo. Digamos que son esas casualidades de la vida, él está complicado y yo también. Creo que no se esperaba esa respuesta de mi parte, la haya creído o no, así que simplemente dijo que igual nos veíamos por supuesto (lo repitió dos veces) y que iba a ver cómo arreglaba el tema. Nos despedimos cariñosamente y quedamos en hablar el viernes y/o mensajearnos durante lo que resta de la semana.
Estos son simplemente los hechos. Es tarde, mañana tengo que levantarme muy temprano, me espera un día muy ajetreado y la cabeza ya no me da para seguir tejiendo conjeturas o establecer las conclusiones del caso. Esa ardua tarea la dejaré para mañana o pasado ...

26 abr 2008

El que no arriesga no gana?


Sábado a la mañana, no pude dormir a mis anchas como usualmente hago. Esta vez me levanté temprano, al menos por ser fin de semana, a las 10. Anoche también me costó un poquito dormirme, y eso que estaba cansada y tenía mucho mucho sueño.

Estoy nerviosa, debo confesarlo. Creo que hoy es un día clave, después de acá estoy jugada y puede pasar cualquier cosa. Lo que viene no va a ser nada en comparación con la incertidumbre de la semana pasada, ya he pasado por momentos similares y sé de que se trata. El problema es que ahora de verdad me importa lo que pase; antes me ponía mal y no sabía muy bien por qué, en cambio ahora conoceré perfectamente el motivo.

El miércoles me escribió y el jueves llamó, sobra decir que respiré aliviada. Tal como la mayoría de los pronósticos auguraba él apareció y me sentí una tonta por ponerme tan ansiosa el martes. Sus mensajes fueron muy breves, pero concretos: me preguntó cómo estaba, me contó que él estaba bien pero cansado y que esa tarde se iba al interior por trabajo, y me envió besos, MUCHOS besos (sic). El jueves salí a comer con amigas, al principio coloqué tímidamente mi celular sobre la mesa del restaurant, y luego al transcurrir los minutos lo guardé en la cartera. Un rato después chequeé el display y descubrí sorprendida una llamada perdida suya. Esperé unos minutos y lo llamé; lo noté muy cansado, no se escuchaba bien, me dijo que quería saber cómo estaba yo, que estaba en La Pampa, que volvía el viernes tarde u hoy sábado a más tardar al mediodía; que era hermosa (yo le dije que él era un mentiroso, igual que el sábado pasado jaja), y por último me dijo que lo llamara hoy si quería hacer algo. Ay, me poné frenética que insista tanto en que yo lo llame ... ¿¿¿por qué??? Le contesté que no lo quería molestar por si estaba descansando, que le enviaba un sms, y él siguió insistiendo. Nos despedimos con varios besos de por medio, tras 5 minutos de charla.

¿Cuál es el punto ahora? ¿Debo llamarlo? Muchos dirían que estoy debidamente habilitada a hacerlo porque él me lo pidió, pero debido a mi inseguridad patológica dudo que sea una buena idea. ¿Y si no lo llamo? ¿Corro el riesgo de mostrar desinterés? ¿Me está probando?

Ayer una de las dos amigas a quién les conté sobre E. me dijo que debería relajarme un poco y dejar que las cosas fluyan, después de todo nadie sabe lo que puede pasar y no tengo garantía de nada, y me preguntó por qué tengo tanto miedo. Mi otra amiga es más bien escéptica, de alguna manera sugiere que me estoy apresurando, y me llama mucho la atención porque ella es bastante más lanzada que yo.

Sé que en última instancia voy a hacer lo que sienta en ese momento, más allá de lo que me diga el resto del mundo. Y sé que me haré cargo de mis acciones aunque en los días subsiguientes esté nuevamente devorándome las uñas ante la incertidumbre de saber cómo va a continuar todo esto. Sólo debo estar preparada para lo peor ... o quizás también para lo mejor ...

23 abr 2008

Cuánto es poco, cuánto es mucho ...


Ya lo sé, hace casi un mes que no escribo y es lógico presumir que puedo estar pasando el mejor de mis momentos y que ya no necesito desahogarme en este blog.

No es así, estoy en una situación distinta pero sintiéndome fuera de mi eje una vez más. No pasaron demasiadas cosas en estos cuasi 30 días; lo más importante es que el tiempo como siempre es el mejor aliado que uno tiene para olvidar a las personas o por lo menos verlas desde otro punto de vista.

No volví a ver a D, sí chateé un par de veces con él (con algunas confusiones de por medio, por bromas que le hice) en términos muy amigables. Volví a verlo dos veces más: una, cuando salimos con los chicos y lo encontramos en un bar, nada interesante para mencionar; y la segunda fue apenas anoche, cuando yo volvía del gym y lo vi tomando un helado en la vereda, pero no me detuve a hablar con él, simplemente lo saludé a la pasada.

Traté de salir adelante, mejoró mi ánimo, mejoró mi estado de salud aunque ahora este maldito humo se empeñe en derrumbarme. No obstante, hay otras cosas que me dejan sin aire, que me ahogan, que me producen espasmos y no precisamente respiratorios.

Apareció alguien del pasado, a quien apenas conocía de vista y de intercambiar algunas palabras en el pasillo o el ascensor de un trabajo anterior. Alguien que no me era indiferente, pero que siempre pareció muy distante, un imposible. Daba la impresión de ser muy introvertido, reprimido, lejano y que nunca se fijó en mí. Hace 10 días me contactó a través del Facebook, la nueva herramienta de levante según me han dicho y que estoy confirmando quizás ahora. Me envió mensajitos por ahí, me pasó sus teléfonos, me envió un regalito virtual, me preguntó cuándo nos veríamos, que le avise. Le contesté tímidamente, con cierta desconfianza. Volvió a insistir días después, y finalmente acordamos vernos el sábado pasado. No voy a negar que mi autoestima se inyectó de entusiasmo, sentí nuevamente esas mariposas en el estómago que anuncian buenos presagios. El sábado me propuso ir a comer en lugar de tomar unos vodkas como había sido el plan original, y por supuesto acepté.

No voy a explayarme sobre el desarrollo de la salida porque los detalles ya no importan. Sólo puedo decir que fue una noche casi perfecta, con algunos desajustes, algunas fallas, pero nada grave. Traté de ser espontánea, divertida, yo misma, pero siguiendo los pasos del manual de las primeras citas como nunca antes recuerdo haberlo hecho. Mostré interés en el grado justo, no hablé demasiado de mí, no me hice la inteligente ni la graciosa, no hablé de fútbol, en fin todo aquello que los expertos y los experimentados postulan que hay que hacer. El se esforzó por conquistarme, por impresionarme: fuimos a un restaurant excelente y caro, pidió un buen vino, fue caballero, galante. Demostró que había leído en detalle mi perfil de Facebook, me preguntó lo justo sobre mi vida amorosa, habló lo justo sobre la de él. Se mostró como el candidato perfecto: maduro, seguro de sí mismo, disponible, inteligente, caballlero, quizás queriendo dar una imagen demasiado perfecta. En la cena tomó un poco de más, tal vez producto de los nervios, pero no fue grave. Me invitó a tomar los vodkas prometidos en su casa; dudé en aceptar, obviamente tenía miedo de que la situación se me fuera de control y estropear una vez más lo que podría ser una maravillosa oportunidad. Finalmente dije que sí, cuando me juré y me aseguré de que no iba a pasar a mayores. Me mostró su casa, fue muy educado, charlamos, recordamos viejos tiempos, una anécdota muy curiosa que yo prácticamente había olvidado, y me besó. Obviamente quiso avanzar más allá de eso, y aunque ganas no me faltaron (lo confieso) y corrí el riesgo de quedar como una histérica o una tonta, le dije que no. Conclusión: dormimos toda la noche abrazados, con muchos besos y mimos de por medio, que se prolongaron durante la mañana. Eso sí, sus ronquidos no me dejaron dormir todo lo que yo hubiera querido, pero qué son unos simples ruidos cuando uno la está pasando tan bien con el hombre de sus sueños al lado. Me trajo el desayuno, me llenó los oídos de las palabras más dulces que había escuchado en el último tiempo, no quería que me fuera, en fin varias cosas que hicieron que olvidara haber visto dos preservativos prolija y estratégicamente ubicados sobre la torre de cds al costado del futón. Conseguí por lo menos dos veces no caer en la tentación, después de la última me dijo claramente que yo le gustaba mucho y no mentía. El adivinó la confusión que yo sentía y me tranquilizó diciendo que estaba todo bien, que no faltaría otra oportunidad, que no era ni tonta ni histérica, me hizo sentir la mujer más linda y deseada del mundo ... Me dio un pequeño block de Starbuck que decía "Have you got any idea about us?" para que si quería le escribiera algo divertido. Así lo hice y escondí el papel en su laptop para que lo encontrara más tarde. Todo tiene un final por supuesto, con lo cual al mediodía me depósito gentilmente en la puerta de mi casa, después de alrededor de 15 horas juntos. Alguna vez tuvieron una cita tan larga?

No hace falta decir que durante todo el día pensé mucho en él y a la noche le mandé un breve sms deséandole dulces sueños y una buena semana. Su respuesta fue inmediata, muy cariñosa y muy sensual sin ser desubicada. Hasta ahí todo bien, sin embargo hoy comenzó mi calvario.

En los manuales de las primeras citas los expertos dejan entrever que no es bueno que el hombre llame demasiado pronto para no parecer ansioso ni desesperado, pero que tampoco es bueno dejar pasar más de 2 o 3 días porque se puede interpretar como falta de interés. Ya pasaron 48 horas desde aquel sms y unas 60 horas desde que nos vimos, y nada. Siento que si mañana no tengo noticias suyas voy a caer en la más oscura de las depresiones y no quiero volver a sentirme así. Será que me estoy apurando, que lo estoy juzgando mal, que es otro más a quién no le intereso, que montó una mise-en-scene perfecta para hacerme caer y como no lo logró del todo decidió buscar una nueva presa, que me está histeriqueando, que se cree tan seguro de sí mismo (según mencionó al pasar) como para esperar que sea yo quien lo llame, que es otro enfermo que se cruza en mi camino sólo para que afloren mis terribles inseguridades y fantasmas de errores pasados???

Cómo puede ser que me esté pasando otra vez lo mismo, una vez más??? Qué debo hacer? En qué me equivoco? y si no es mi culpa, como seguramente muchos me dirán, por qué tengo que toparme una y otra vez con este tipo de hombres con los que las cosas siempre resultan mal?? Qué hice yo para merecer esto?? no lo busqué, no busqué esta situación, todo se dio de la manera más casual, no me apresuré, no cometí los errores de antaño ... qué es lo que está saliendo mal???

O será que soy yo la demasiado ansiosa y desesperada?? cuantos días más debería esperar para que me llame, o me escriba? cuánto es poco? cuánto es mucho? Qué hago si mañana no me llama después de las 72 horas de rigor? Si hoy martes, en realidad madrugada del miércoles, estoy así no quiero imaginar cómo estaré cuando finalmente se cumpla "el plazo". Si algo tengo claro es que no lo voy a llamar, antes de eso me corto las manos y se las tiro al rottweiler del primer piso; tampoco creo que sea bueno enviarle un sms; menos escribirle por el Facebook (ya pasamos esa etapa drásticamente); podría escribirle un mail casual para tantear el terreno y ver si es que está esperando alguna señal de mi parte. Parte de mí se muere por hacer esto, pero hay otra que me dice que no debo hacerlo. Que una vez más no debo cometer las equivocaciones del pasado. Qué voy a hacer entonces?? Resignarme, esperar mansamente que me escriba dentro de una semana o que nunca vuelva a saber de él, o que aparezca pero por el Facebook (sería la peor afrenta)? Debo ir al médico para que me recete ansiolíticos? me tomo media botella de tequila (el vodka no sería buena idea) para anestesiarme? No hace falta agregar que detesto esta incertidumbre por sobre todas las cosas, prefiero mil veces la nada, al menos uno no tiene que preocuparse o estar compulsivamente mirando el display del teléfono. "Blessed is the one who expects nothing for he shall never be disappointed". Cuánta razón tenía Alexander Pope.

Una vez más me encuentro esperando, esperando ... cuánto es poco? cuánto es mucho?