16 feb 2008

No me gusta esperar, pero igual lo espero

Es sábado a la noche, tengo sueño, estoy triste y tengo ganas de llorar. Las mismas ganas que en los últimos días, y lo peor es que no sé por qué estoy tan mal. Tan depre, tan enojada conmigo, con todo el mundo, con todo lo que me rodea. Ayer me preguntaron qué carajo me pasaba, si leía las cosas terribles que escribía y no supe qué contestar.

Ahora lo veo conectado en el MSN con sus eternas frases filóficas en el nick, con la aclaración de que "Me fuiiii!!!", cambiando las fotos, en estado On Line en vez de su acostumbrado Ausente. No sé si está detrás de la pantalla, no sé si está en su casa, si está en la ciudad o si se fue por el fin de semana. No puedo preguntar, no tengo manera de averiguar, no debería enterarme, pero no puedo dejar de pensar. Desde el momento en que me di cuenta que estaba conectado me puse mal, porque prometí que no le escribiría nunca más, porque sé que no debo hacerlo y eso me parte al medio. Porque sé que no me va a escribir y menos un sábado a la noche. Porque sé que me vio o me está viendo conectada y sin embargo no me va a escribir. Porque sé que no piensa en mí, a pesar de que tenga la mejor mejor onda como me dice siempre C. De qué me sirve eso, no me alcanza para nada, no es lo que quiero ni lo que necesito.

Aun así no termino, no logro entender porque estoy tan mal por culpa de él. No puedo aceptar que estoy enganchada, no sé si es eso en realidad, o es una cuestión de orgullo, de falta de autoestima, que no tolero el rechazo ni siquiera de alguien que después de todo quizás no me interesa tanto. Intento buscar razones para justificar que me atraiga tanto, que esté tan pendiente y no las encuentro. Somos tan distintos, nuestra relación estuvo equivocadamente planteada desde el vamos. Tenemos muy pocas cosas en común, tenemos diferencia de edad, de proyectos de vida seguramente, no nos conocemos, no entiendo. Lo único que sé es lo que siento, y es que me siento mal, que no quiero hablar de él aunque me muero de ganas, que no quiero enterarme de su vida aunque me muero de ganas también, que no quiero verlo aunque sí quiero verlo.

"Siempre seguí la misma dirección, la difícil, la que usa el salmón", como dice Calamaro. Y no aprendo. Donde esté lo complicado, lo retorcido, lo que no puede ser, ahí voy a estar yo, bien masoquista. Esperando. Siempre.

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