2 mar 2008

Domingo de lluvia


Son las 7 y media y llueve a cántaros, no tienen idea. Estaba durmiendo plácidamente y me despertó el suave repiqueteo de las gotas sobre el vidrio. Subí apenas la persiana para ver como llovía mientras seguía remoloneando entre las sábanas, pero me levanté poco después.

Hoy no tengo paz, sólo tengo tristeza y melancolía. Y un par de ataques de llanto que vinieron de pronto como los truenos que sacudieron el cielo y la tierra.

Pasan los minutos y sigue lloviendo, ni siquiera el tiempo está de mi lado. No salí en todo el día de casa, no tenía ánimos y así menos. Hace unos minutos vi que él se conectó y no pude evitar escribirle, al menos tengo que aparentar que podemos ser amigos, que está todo bien. Total sé que no corro ningún riesgo, está claro que dejé de resultarle atractiva o excitante, que ya no le interesa verme. Pasaron varias semanas desde la última vez que nos vimos, y aunque en el fondo sé que es lo mejor porque no podía aceptar seguir viéndolo en esas condiciones, me cuesta resignarme. Me cuesta pero he avanzado bastante, ya no espero llamados o sms, me conformo con que de vez en cuando me escriba como hizo la otra noche aunque fuera breve. Estoy segura de que jamás me cortará el rostro cuando le escriba, a lo sumo no me contestará. Los hombres son así: por un lado un tanto cobardes, y por el otro siempre les gusta dejar la puerta abierta por si acaso.

Hoy fue amable, simpático, simplemente se limitó a contestar lo que yo le preguntaba o a seguir los temas que yo mencionaba. Muy correcto, demasiado. Protocolar, diría. Seguramente estaba hablando con alguna o algunas personas más, que despertarían más su interés. No me quedó otra después de un rato que despedirme cordialmente, para qué insistir. Al menos sus últimas palabras no fueron los odiados "hablamos, nos vemos, etc".

"El silencio no es tiempo perdido ..." Solamente lastima un poco.

No hay comentarios: